lunes, 7 de enero de 2013

TrainsPotting






La película comienza con la narración de Mark Renton (Ewan McGregor) cuando él y su amigo Spud (Ewen Bremner) corren por la Calle de los Príncipes siendo perseguidos por los guardias de seguridad. Renton declara que diferente a la gente que «escogió una vida» (hijos, estabilidad financiera y posesiones materiales), él eligió vivir como un heroinómano. El círculo cercano de Renton de amigos futbolistas son presentados: el artista y amoral Sick Boy (Jonny Lee Miller), el atlético de buen parecido Tommy (Kevin McKidd), el ingenuo y afable Spud y el violento sociópataFrancis Begbie (Robert Carlyle). Sick Boy, Spud y Renton son totalmente heironómanos, y pasan todo el tiempo inyectándose droga ofrecido por su amigo Swanney (Peter Mullan).
Un día, Renton decide abandonar la heroína. Dándose cuenta de que él necesita algo más intenso, compra supositorios rectales de opio de Mikey Forrester (Irvine Welsh). Después de su golpe final (y una violenta diarrea), se encierra en un hotel barato para resistir la abstinencia. Más tarde, tras fallar en su intento de resistir la abstinencia, va con sus amigos a un club, aflorando su nuevo deseo sexual, y finalmente cae con una joven mujer, Diane (Kelly Macdonald). Después del sexo, Diane no lo deja en su cuarto y pasa la noche en un sofá del pasadizo del piso. En la mañana, se da cuenta de que Diane es una colegiala de quince años y que sus compañeros de habitación son realmente sus padres. Horrorizado, Renton intenta evitar el incidente, pero sigue siendo amigo de Diane.
Tommy había sido abandonado por su novia Lizzy después de una cadena de eventos sin darse cuenta iniciada por Renton. Renton había tomado prestado uno de las cintas de sexo personal de Tommy y Lizzy, escondido en una caja de vídeo de fútbol. Furiosa, Lizzy cree que Tommy regresó la cinta a la videoteca. Sick Boy, Spud y Renton deciden regresar a la heroína, y un desconsolado Tommy también entrando a la droga, a pesar de la reticencia de iniciarlo en la heroína. Un día, en la habitación de Swanney, el grupo inducido por la heroína es violentamente interrumpido cuando Allison, su amiga y adicta, descubre que su bebé, Dawn, ha fallecido por negligencia. Todos están horrorizados y afligidos, especialmente Sick Boy, que está implicado a ser el padre de Dawn.
Renton y Spud son luego capturados por robar una tienda de libros, una escena vista al inicio de la película. Debido a condenas previas, Spud va a prisión, pero Renton evita el castigo entrando al Programa de Intervención de Drogas, donde se le da metadona. A pesar del apoyo de su familia y amigos, Renton está constantemente depresivo y aburrido de su vida y escapa a la habitación de Swanney, donde casi muere por sobredosis. Los padres de Renton lo llevan a casa y lo encierran en su vieja habitación donde él puede enfrentar la adicción súbitamente. Cuando Renton duerme en su cama y empieza la etapa severa de los síntomas de la abstinencia, él alucina que ve a Diane cantándole, sus amigos entregándole consejos y el bebé muerto de Allison gateando en el techo. La abstinencia de la heroína es entrecortada con un extraño e imaginario programa de televisión de juegos en vivo en donde el presentador, Dale Winton, pregunta a los padres de Renton sobre el VIH. Renton es finalmente despertado de las pesadillas y alucinaciones por sus padres, quienes le dicen que debe hacerse la prueba. A pesar de años de compartir jeringas con otros adictos, el examen de Renton sale negativo

Doors When you're Strange




“People are strange when you’re a stranger (La gente es extraña cuando eres un extraño)”. Así decía la canción “People are strange” del mítico grupo The Doors de su segundo LP Strange Days (1967); y de ahí ha sacado el título para su película documental Tom DiCillo, When you’re strange, una película sobre The Doors, estrenada en diciembre de 2010 que narra el vertiginoso ascenso y caída del grupo y, fundamentalmente, de su carismático líder, Jim Morrison, sin olvidarse de Ray Manzarek (teclados), Robby Krieger (guitarra) y John Densmore (percusión).
La cinta es un acercamiento sincero a la banda que huye de los estereotipos creados en torno a la figura de Morrison -como los que creó Oliver Stone con su film The Doors en 1991- y que supone un justo tributo al que fue el único grupo capaz de hacer sombra a sus contemporáneos The Beatles y los Rolling Stones, leyendas de la música que sí han gozado delreconocimiento que a los Doors se les ha negado,probablemente porque nunca se vendieron. Un grupo nacido en la contracultura de los 60, autores de una música psicodélica e hipnotizante y con letras con mucho mensaje, crudas y llenas de poesía simbólica.
Narrada por el actor Johnny Depp -que, al igual que Morrison, tuvo que luchar contra el alcohol y las drogas, como el propio DiCillo afirmaba-, la cinta recoge material del grupo rodado entre 1966 y 1971, gran parte inédito, e imágenes filmadas en 35 mm por el propio Morrison de su película experimental HWY: An American Pastoral, que codirigió en 1969 junto a su compañero en la escuela de cine de la UCLA (Universidad de California) Paul Ferrara, con guión y protagonizada por el cantante sobre la historia de un autoestopista asesino.
La calidad de las imágenes es tal que mucha gente piensa que el que aparece en pantalla es un actor interpretando a Jim Morrison, lo que DiCillo no cesa de desmentir por donde quiera que vaya, y sólo por verlas merece la pena el documental.
No hay entrevistas actuales y ni una sola imagen que no pertenezca a la época. “Quería que los Doors contaran su propia historia”, decía su director cuando se presentó en el Festival de San Sebastián en 2009. Y parece haberlo conseguido porque Manzarek, Kriegger y Densmore están orgullosos del resultado. Es la película definitiva sobre The Doors.
La transformación el Rey Lagarto
Con el film experimental de Morrison como estructura narrativa y con la música de los Doors siempre presente, Tom DiCillo, en su primer documental en 20 años de carrera como cineasta (Johnny Suede, Vivir rodando), introduce al espectador en la historia con un sobresalto en el que es el único juego de ficción que se permite en su película: la música que el autoestopista Morrison de HWY: An American Pastoral sintoniza en la radio de su coche se ve interrumpida por el locutor para anunciar la triste noticia de la muerte del cantante de los Doors el 3 de julio de 1971.
A partir de ahí, Jhonny Depp -su incorporación ha hecho ganar enteros al documental, en un principio narrado por un DiCillo demasiado monótono-, como narrador onírico, comienza a recitar el guión, e incluso a improvisarlo en ocasiones. Nos presenta a un Morrison lleno de inquietudes poéticas y devoto de Baudelaire, Rimbaud o William Blake, y estudiante de cine en la UCLA, donde conoció a Ray Manzarek y con el que alumbraría la banda.
DiCillo nos retrata la, nunca mejor dicho, camaleónica transformación de Jim Morrison en el Rey Lagarto. De un Morrison que al principio tenía un gran miedo escénico y hacía sus primeras actuaciones de espaldas al público en el club californiano Whisky a Go Go al provocador Morrison de los conciertos multitudinarios donde los policías sobre el escenario eran parte más del atrezo hasta que acababan llevándoselo detenido.
“Para Ray es como un antiguo chamán que lleva a sus seguidores a mundos en los que nunca se atreverían a entrar solos”, dice Depp en la narración.